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martes, 3 de marzo de 2015

El patrimonio industrial de Nerja (2). Los ingenios azucareros preindustriales*







El cultivo de la caña dulce y la obtención de azúcar a partir de esta planta fueron introducidos por los árabes en las costas mediterráneas de Andalucía en la Edad Media. Hasta la segunda mitad del siglo XIX, en que se levantaron fábricas azucareras dotadas de avanzada tecnología industrial, la molienda de la caña y el proceso de elaboración del azúcar se realizaba en ingenios y trapiches, generalmente movidos por energía hidráulica o animal, en los que se obtenía un producto de inferior calidad.

Aunque en Nerja y Maro no está documentado este cultivo durante la época medieval, cabe suponer que estuviera implantado en las últimas décadas del siglo XV, al menos en Maro, pues se encuentra mencionado en un documento de principios del siglo XVI. Sin embargo, al hallarse prácticamente despoblados ambos lugares durante gran parte de aquella centuria, hasta las últimas décadas del siglo no se generalizó el cultivo de la caña dulce y se construyeron sus ingenios azucareros. Durante el siglo XIX, aún se construyeron en Nerja dos ingenios preindustriales más; los cuatro sucumbirían ante la irrupción de las fábricas movidas a vapor, aunque de todos ellos quedan en pie restos de lo que fueron en otro tiempo.

El ingenio de Maro fue construido en 1585 por Felipe de Armengol, licenciado y abogado de la Real Audiencia de Granada, quien unos años antes había comprado dicho lugar. Armengol reintrodujo en Maro el cultivo de la caña dulce y edificó el ingenio que empezó a funcionar en la zafra (cosecha) de 1586, comenzando así la producción de azúcar de caña en el actual término municipal de Nerja, unos años antes de que se levantara el ingenio nerjeño. Distintos propietarios se sucedieron en la posesión de Maro y su ingenio desde entonces y hasta su cierre definitivo, a mediados de la década de 1870, tras sufrir un incendio, momento en que lo poseía la familia Pérez del Pulgar; desde 1930 sus restos pertenecen a Larios.

El ingenio de Maro contaba con varias naves, palacio (sala donde se almacenaba la caña que llegaba al ingenio), una nave doble en cuyo extremo se encontraban los molinos, secadero de azúcar, nave de hornos, cocina (donde se cocían los jugos de la caña), estanque, horno para cocer las formas de barro en que cuajaban los panes de azúcar, etc. El ingenio era un complejo donde no sólo se fabricaba el azúcar; también se realizaban otras actividades necesarias para su mantenimiento en locales como la herrería, el obrador de formas cerámicas, la carpintería, etc. Además, disponía de horno de pan y mesón para los trabajadores y cuadras para las bestias de carga. Era, por lo tanto, un complejo de edificaciones, parte de las cuales se han conservado hasta hoy, y constituía el centro alrededor del que nació y se extendió el moderno caserío de Maro y del que durante siglos dependió las existencia de sus gentes.

El ingenio de Nerja fue construido por Juan de Briones, vecino de Málaga, a partir de 1591 y entró en funcionamiento durante la zafra de 1593. El ingenio se ubicó en la orilla derecha del río Chíllar, donde entonces se encontraba Nerja, junto al cerro del Castillo Alto. También este ingenio tuvo diversos propietarios, entre los que cabe destacar la familia granadina López de Alcántara a quienes perteneció durante todo el siglo XVIII, y cuando cerró en 1869  lo poseía José Navas Herrero. Asimismo, fue adquirido por Larios, a quien pertenecen sus restos en la actualidad. Este establecimiento empezó a ser conocido como ingenio Viejo a partir de 1806, para distinguirlo de uno nuevo que por esas fechas se construyó en la localidad, y en los años treinta del siglo XIX aparece en la documentación como ‘San Antonio Abad’, denominación con la que actualmente se conoce. 

Al igual que el ingenio de Maro, este de Nerja constituyó el motor económico de la localidad hasta que dejó de funcionar, y desde su fundación atrajo a nuevos pobladores que aportaron la mano de obra necesaria tanto para su funcionamiento como para la explotación agrícola de los cerca de mil marjales de tierra de riego que tenía asociados. Estas gentes, muchas de las cuales se acomodaron en un principio en las cuevas que bordean el río, constituyeron la base de la población que habitó la Nerja actual algunas décadas después.

El ingenio de Nerja, Viejo o ‘San Antonio Abad’, como se prefiera, ha experimentado transformaciones a lo largo del tiempo. En el siglo XVIII era un complejo de edificaciones enorme que contaba con plaza de cañas, alberca y estanque, cuarto de molienda, cuarto de vigas para reprensar el bagazo ya molido, cocina, cuartos de pilleras donde se secaban los panes de azúcar en formas cerámicas, alfarería, carpintería, forja, hornos, herrería, fundición, panadería, molino, fogata, almacenes, infinidad de cuartos, oratorio, vivienda para el dueño y para el administrador, cuadras y otras dependencias varias. Tenía, además, huerto, pinar propio y alameda, todo ello rodeado por cercas de albañilería. Los molinos que molían la caña eran movidos por la fuerza de una voladera o rueda hidráulica sobre la que se precipitaba el agua procedente de la acequia de Enmedio.

En la actualidad se mantienen en pie dos muros, uno doble a poniente sobre el que corre un canal que llevaba el agua hasta la voladera, y otro a levante en el que se abren vanos y se conservan arranques de las escaleras que conducían a los cuartos superiores; ambos enmarcan una nave central descubierta, el cuarto de la molienda. Se conservan en el mismo magníficas vigas de madera, el arranque de algunas dependencias y parte de la cerca que lo rodeaba, así como muros con inscripciones; algunos de estos elementos pertenecen a la primitiva construcción del siglo XVI y otros a algunas de las ampliaciones posteriores.

El ingenio Nuevo o ‘Nuestra Señora de las Angustias’  fue fundado en 1805 por un grupo de diez agricultores de Nerja que formaron una sociedad con objeto de emanciparse del único ingenio existente en el pueblo, entonces en manos de unos propietarios de Frigiliana. Se construyó en la margen izquierda del río Chíllar, donde finaliza la cuesta del Ingenio, y tuvo una corta vida, pues terminó siendo adquirido por la competencia que lo clausuró hacia 1830.

Algunos restos ruinosos del ingenio Nuevo aún se mantienen junto al puente Viejo de Nerja: un muro de mampostería con arco de medio punto y otro muro, también de mampostería, con varios arcos de medio punto de ladrillo cegados. No se conserva documentación que lo describa, pero a partir de estos elementos se intuye un gran edificio de planta rectangular de dos alturas, cubierto a dos aguas, en el que se distribuían si no todas sí algunas de las dependencias en que se realizaba el proceso de fabricación del azúcar.

El último establecimiento azucarero de tipo preindustrial que se abrió en Nerja fue el ingenio ‘San Miguel’, construido por Miguel González Sánchez en los últimos años de la década de 1860, aprovechando las instalaciones de un molino harinero. Apenas estuvo en funcionamiento como tal, pues en 1869, a la muerte del propietario, el ingenio pasó a manos de Martín Larios e Hijos. Posteriormente, fue reconvertido de nuevo en harinera, conocida como fábrica de harinas de Ruiz.

El ingenio se encontraba en el pago de las Minas, en la margen derecha del río Chíllar, junto al camino de servidumbre de dicho pago (actual cuesta Mariana), entre las acequias Alta y de Enmedio. Este ingenio ha sido tradicionalmente confundido con los restos del ingenio Nuevo, pero documentación hallada recientemente y la revisión de la documentación catastral conservada han permitido ubicarlo correctamente. Actualmente el ingenio está ocupado por una vivienda particular que, no obstante, conserva las estructuras de las distintas dependencias que lo conformaban, especialmente, la nave de molinos y el hueco de la voladera. Asimismo, mantiene el estilo arquitectónico en que se construyó y tanto en el exterior como en el interior todo el sistema hidráulico que movía el ingenio, alimentado por las aguas de la acequia Alta.

A excepción de ‘San Miguel’, el estado de los demás ingenios es lamentable, aunque el caso más clamoroso quizá sea el de ‘San Antonio Abad’. El abandono de los restos conservados de este ingenio ha ido avanzando en las últimas décadas, con su consiguiente deterioro; pero desde 2011 su estado se ha ido agravando por el establecimiento de explotaciones empresariales que llevaron a cabo movimientos de tierras, construcciones adicionales, vertidos de escombros, deterioro y demolición de parte del muro perimetral, con consecuencias en algunos casos irreparables y el consiguiente peligro de destrucción del bien.


 * Artículo publicado en la Clave de Nerja 1, febrero de 2015, pág. 13.