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viernes, 25 de septiembre de 2015

El proyecto de ferrocarril de Torre del Mar a Maro y Motril




Ferrocarril de 1920. Archivo Municipal de Málaga, Archivo gráfico, sig. 1º-C-33-6115


El día 5 de abril de 1890, en la sesión del Ayuntamiento de Nerja se leyó una instancia dirigida por el ingeniero del estado Luis Ruiz Blaser en la que se pedía a la corporación municipal que acordara en sesión oficial dirigirse a las Cortes  "en demanda de que se dicte la ley especial que autorice las obras ya estudiadas para el planteamiento de una red de ferrocarriles económicos que comprenda entre otras secciones una de Málaga a Almería". El Ayuntamiento acordó por unanimidad atender la solicitud en los términos planteados por el ingeniero.

Cuatro años después las Cortes autorizaron al Gobierno conceder a Ruiz Blaser  la construcción y explotación durante noventa y nueve años  de solamente dos líneas de ferrocarriles de vía estrecha, de un metro de ancho de vía: una de Málaga a Coín y otra de Málaga a Nerja, promulgándose para ello la Ley de 1 de junio de 1894, sancionada por la reina regente, María Cristina de Habsburgo. Pero ninguna de estas dos líneas se llegó a construir.

Ya en el siglo XX, en 1907, se publicaba en Vélez-Málaga la obra de Alejandro Bueno García Reseña histórica de la villa de Nerja, en cuyos últimos párrafos el autor se lamentaba del estado de decadencia en que se encontraban Nerja y las localidades de su entorno, a la vez que formulaba el siguiente deseo:
“Si el ferrocarril secundario, ya iniciado hasta Torre del Mar, llegase a Nerja, es indudable que reportaría ventajas de consideración; pero en otro caso, los transportes de mercancías de esta población, como los de Frigiliana, Almuñécar, Salobreña y Motril, seguirán haciéndose directamente a la capital, por el servicio de carros.”
¿Era en realidad un simple deseo, una pretensión de Alejandro Bueno, o nuestro autor tenía noticia de ciertos proyectos gubernamentales relativos a la construcción de líneas ferroviarias sobre los que, escéptico, en vista del malogrado proyecto de Luis Ruz Blaser arriba mencionado, prefería no mostrase demasiado optimista? Veamos.

En 1900 se daba luz verde a la redacción del expediente de concesión de un ferrocarril económico que enlazara la ciudad de Málaga con Torre del Mar; el pliego de condiciones para la construcción de la línea se aprobó en 1902 y al año siguiente esta se concedía al industrial malagueño Tomás Heredia Grund, aunque tras varias transferencias terminaría en manos de la Compañía de los ferrocarriles suburbanos de Málaga, una sociedad con capital mayoritariamente belga. Finalmente, la línea se inauguraba el día 23 de enero de 1908, aunque se preveía su continuación hacia Vélez-Málaga y Periana en dirección a Zafarraya[1].


Ferrocarril secundario de Vélez Málaga a Periana


Al día siguiente, el semanario Los Transportes Férreos daba cuenta de la apertura de la línea comentando que “se atribuyen á la Companía propósitos de continuar la línea bien hasta Maro,en el límite de la provincia y por la costa en dirección á Almería; bien internándose en dirección á Granada”, para finalizar conviniendo que sería “mejor aguardar los acontecimientos.”[2]

Unos meses después se publicaba en la Gaceta de Madrid (el Boletín Oficial del Estado de entonces) la Ley de 26 de marzo de 1908, de ferrocarriles secundarios. En ella se definían estos ferrocarriles como los destinados al servicio público con motor mecánico que se concedieran a partir de la promulgación de la ley y no estuvieran comprendidos en la red de los de servicio general. Además, aquellos que “con independencia del servicio que presten a otros intereses generales, atiendan a necesidades o conveniencias de la defensa nacional” se considerarían estratégicos. En este caso los ferrocarriles quedaban sometidos a los reglamentos de los transportes militares y “en caso de guerra o alteración del orden público” el gobierno podía disponer la suspensión de la circulación o utilizarlos mediante tarifas especiales. En un apéndice de la citada ley se incluía un plan de ferrocarriles estratégicos y en él figuraban, entre otras, una línea de Torre del Mar a Maro y otra de Maro a Motril, con una longitud aproximada de 24 y 38 kilómetros, respectivamente; también se preveía la construcción de otras líneas que enlazarían Motril con la provincia de Almería, no por la costa sino a través de las Alpujarras.

Días antes de la publicación de la ley, por Real Orden de 14 de marzo de 1908 se dispuso la realización del estudio de la línea que uniría Torre del Mar y Maro, y por Real Orden de 2 de abril del mismo año se daba la autorización para llevar a cabo el de la línea Maro-Motril. Para la redacción de ambos estudios se exigía la participación de representantes del Ministerio de la Guerra, en este caso de la Comandancia de Ingenieros de Málaga. Y esto era así porque el territorio por el que transcurría el trazado de las líneas  se encontraba dentro de la zona militar de costas y fronteras de España establecida en 1891, concretamente en la sección de las Costas de Levante y Mediodía, una de las cuatro en que dicha zona se había dividido; dentro de estas zonas no se podía estudiar, proyectar ni construir vías de comunicación ni obras que pudieran afectar de manera directa a la defensa del territorio sin la intervención y aprobación del Ministerio de la Guerra[3].

Una de las condiciones por cuyo cumplimiento debían velar los representantes del ramo de Guerra era que, en caso de que el trazado de las líneas hubiera de ser paralelo o próximo a la costa, todo  o la mayor parte quedara oculto a la vista del mar y “en general, que presente las mayores ventajas o menores perjuicios posibles para la defensa.”[4] Para ello debía constituirse una comisión mixta formada por el ingeniero civil encargado de hacer los estudios y redactar el proyecto y un ingeniero militar que debía asegurar el respeto a las disposiciones de la ley; del acta de la reunión y de los estudios y planos del trazado, por duplicado y firmados por los dos ingenieros, se entregaba una copia al ingeniero civil y otra se remitía al Ministerio de la Guerra acompañada de un informe del ingeniero militar en cuestión. Las copias de las actas, informes y planos de las líneas de Torre del Mar a Maro y de Maro a Motril que se enviaron a las altas autoridades militares se conserva en el Archivo General Militar de Segovia, donde hemos podido consultarlas[5].

El acta de fijación de las condiciones a las que habría de sujetarse el estudio de la línea férrea de Torre del Mar a Maro por Torrox y Nerja se firmó en Málaga el día 12 de mayo de 1908 por el ingeniero de caminos Leopoldo Werner y Martínez del Campo y por el comandante de Ingenieros de Málaga Juan Maury y Uribe. Unas semanas antes, el 1 de abril, los ingenieros se habían trasladado a Torre del Mar y recorrieron todo el trazado previsto, constatando la inexistencia de fortificaciones y establecimientos militares en toda la línea. El ancho de vía debía ser de 1 m, pero el resto de las características técnicas fueron acordadas por los ingenieros: el peso del carril, 30 kg por metro lineal; las traviesas, de 160 cm de largo y 20×14 cm de escuadra; en cada tramo recto, y curvas de radio superior a 300 m, entrarían diez traviesas por cada 8 m, y en curvas de radio menor a 300 m, doce traviesas; el espesor de la capa de balastro por debajo de las traviesas sería de 15 cm y sobre ellas, 5 cm; el radio mínimo de las curvas habría de ser de 120 m y la pendiente autorizada del 2%; los puentes podrían ser de hierro, fácilmente desmontables si hubiera necesidad de ello, o de obra, debiendo estos últimos incorporar hornillos para proceder a su voladura en caso de amenaza bélica.


Trazado de la línea Torre del Mar-Maro. Archivo General Militar de Segovia, Sig. 3ª, 3ª, leg. 858


Se usaba como estación de partida la ya existente de Torre del Mar y los primeros tramos de la línea que se estaba construyendo entre esta localidad y Vélez-Málaga para apartarse de ella casi inmediatamente y seguir por su propio trazado hasta el río Seco de Vélez, atravesado por un puente que se construiría a distancia de 1,5 km de la costa. Pasado el río, la línea se dirigía hacia el sur, acercándose a la costa, y quedaba a la vista del mar por espacio de 1 km hasta llegar al poblado de la Caleta de Algarrobo. De allí se encaminaba hacia el Noreste, separándose de nuevo de la costa, para atravesar el río Algarrobo, no sin antes encontrar la estación del pueblo. De nuevo la línea volvía al Sur acercándose a la costa para pasar el arroyo Valbuena  y seguidamente internarse otra vez para pasar los acantilados por medio de túneles hasta llegar al arroyo de Lagos. Después del paso de este arroyo la línea se internaba en dirección Este y se ocultaba a la vista del mar, atravesando el arroyo de Güi y dirigiéndose al arroyo Manzano. De aquí, la línea huía hacia Torrox pasando a 2,4 km de la costa, cerca del ingenio ‘San Rafael’ por un punto a mitad de camino entre el pueblo y el mar. A partir de aquí el ferrocarril marcharía por detrás de los tajos de Calaceite y no por túneles paralelos a la carretera y al mar, como el ingeniero civil proponía, llegando a la divisoria entre Torrox y Nerja que se salvaría por medio de un túnel. El río Seco de Nerja se cruzaba a una distancia de 2 km de su desembocadura e inmediatamente se contorneaba la vega de Nerja, pues la idea de atravesarla se descartó debido al elevado coste de las expropiaciones; en dicho contorno se situaba la estación correspondiente a Frigiliana y tras el paso del río Chíllar, la de Nerja. Por último, la línea salvaba el barranco de Maro por un puente situado al norte del acueducto del Águila para dirigirse a la localidad de término. Los depósitos de material y talleres se situarían en las estaciones de cabecera y término de la línea y en Torrox, aunque este sería posteriormente suprimido al proyectarse la conexión de la línea con la siguiente sección hasta Motril.

Como se ha podido comprobar, algunas de las exigencias relativas a la seguridad incluídas en la legislación por el ramo de Guerra, como la lejanía del mar, quedaban en parte incumplidas porque, a juicio del comandante de Ingenieros, era tan imperiosa la necesidad de esta construcción que para no entorpecerla se habían retirado dichas condiciones estratégicas. En su informe, el ingeniero comandante Maury no dudaba de que el ferrocarril que se proyectaba terminaría construyéndose “porque atraviesa una comarca muy poblada y muy rica que indudablemente promete a la línea grandes rendimientos”. A la vez, destacaba la importancia de la línea para la defensa de la costa entre Málaga y Almería –recuérdese que este era un ferrocarril estratégico-, dado que se consideraba que la movilidad era una de las condiciones más necesarias de la defensa en las guerras modernas; sin duda, la construcción constituiría “el único elemento de defensa susceptible de adquirir en mucho tiempo, pues desgraciadamente la pequeñez del presupuesto no permite destinar las enormes sumas que la defensa de las costas tan extensas de nuestra Nación exige”.

La siguiente sección de línea debía unir Maro y Motril, pasando por La Herradura, Almuñécar y Salobreña, y para su estudio fueron nombrados los mismos ingenieros que trabajaron en el de la línea Torre del Mar-Maro. El acta lleva fecha de 4 de diciembre de 1908 y en ella se especifican las características técnicas de la línea, que serían idénticas a las de la anterior.


Trazado de la línea Maro-Motril. Archivo General Militar de Segovia, Sig. 3ª, 3ª, leg. 858


El trazado partía de Maro, atravesando la carretera en paso a nivel y a continuación el río de Maro y el barranco de los Colmenarejos hasta el paso del río de la Miel, que lo cruzaría a 2 km de su desembocadura. A continuación, se dirigiría hacia la costa acercándose a 1 km de ella para cruzar los barrancos de Pozo del Añero, Cuevas del Sol y Cañuelo para, tras un paso a nivel por la carretera, llegar a Cantarriján, donde se entraba en la provincia de Granada. Desde aquí, lo escabroso del terreno por el interior obligaba a contornear la costa por Cerrogordo, cruzando de nuevo la carretera por un paso elevado y dirigirse al encuentro del río Jate, barranco de Cotobro, río Seco de Almuñécar y esta localidad. Desde este punto la línea se internaba para efectuar el paso del río Verde, a partir del cual la configuración del terreno obligaba a llevar el trazado siguiendo la dirección de la carretera general hasta llegar a Salobreña. De Salobreña iba hacia el interior para el paso de la rambla de Molvízar a más de 3 km de la costa, pasaba cerca de Lobres, cruzaba los ríos Uñate y Guadalfeo, este último por el paso de los Perdíos, a unos 8 km de la costa, donde empalmaría con la línea de ferrocarril entre Granada y Motril que había proyectado el ingeniero Francisco Javier Cervantes para, a través de su tramo final, llegar a esta última ciudad.

Estas líneas y otras que en principio figuraban como independientes en la Ley de 26 de marzo de 1908, de ferrocarriles secundarios, fueron fusionadas conformando una línea única: el ferrocarril estratégico de Torre del Mar a Zurgena, en la provincia de Almería. Este ferrocarril utilizaría el trazado previsto en los estudios previos hasta Motril a través de Algarrobo, Torrox, Nerja, Maro, Almuñécar y Salobreña; a partir de Motril transcurriría por la vía en proyecto procedente de Granada, para separarse de ella en Órgiva, desde donde proseguiría hasta su término por una vía propia que atravesaría la Alpujarra granadina y la almeriense; de Ugíjar partiría un ramal hacia Berja y Adra y de Tabernas otro hasta Almería. Una vez en Zurgena, se pretendía enlazar con la línea Baza-Lorca para conectar con el Sureste peninsular y llegar al puerto murciano de Águilas.


Plano general de la línea Torre del Mar-Zurgena. El Estratégico, Almería, 20-1-1914


El proyecto, que en muchos de sus tramos pretendía dinamizar unas zonas deprimidas, fue planteado por Real Orden de 4 de mayo de 1908, aprobado definitivamente en noviembre de 1912 y adjudicado al ingeniero Francisco Javier Cervantes; sacado a concurso en varias ocasiones, en todas ellas fue declarado desierto. Aunque se movilizaron capitales nacionales y extranjeros, la orografía accidentada del terreno por el que transcurría, obligando a la construcción de infinidad de puentes y túneles con un elevado coste, hizo inviable el proyecto, que fue definitivamente abandonado en la década de 1920.

















[1] Ley especial de 17 de abril de 1900, Real Orden de 25 de agosto de 1902 y Órdenes de 8 de junio de 1903 y de 7 de junio de 1905. Véase también ROYO NARANJO, L., “El ferrocarril suburbano de Málaga. Estudio de la línea Málaga-Ventas de Zafarraya (I)”, Isla de Arriarán XXIII-XXIV, 2004, págs. 333-356.
[2] Los Transportes Férreos. Publicación comercial de ferrocarriles, Madrid, 24 de enero de 1908.
[3] Real Decreto de 17 de marzo de 1891. La zona militar de costas y fronteras se extendió a Baleares y Canarias por Real Orden de 30 de septiembre de 1891 y a los territorios que España poseía en el Norte y Oeste de África (islas de Fernando Poo, Corisco, Elobey, etc., y la Guinea española) por Real Orden de 27 de septiembre de 1902.
[4] Real Decreto de 18 de marzo de 1903, art. 16.
[5] ARCHIVO GENERAL MILITAR DE SEGOVIA, Sig. 3ª, 3ª, leg. 858.

martes, 8 de septiembre de 2015

La media luna de la Virgen de las Angustias de Nerja, una pieza de la Real Fábrica de Platería Martínez




Media luna (anverso) 


A los pies de la imagen de Nuestra Señora de las Angustias que recibe culto en su ermita de Nerja hay una media luna, obra de platería del siglo XIX perfectamente conservada hasta nuestros días. La pieza, rematada en sus extremos por dos estrellas de ocho puntas, tiene  en la parte central una cartela con hojas de acanto que envuelven una cadenilla que enmarca una cruz con sudario. En el reverso figura grabado el siguiente texto: “Esta alhaja es propia de los Señores D. Manuel Mª Manescau Santiago y su Esposa Dª Francisca Rodríguez Cano año 1862”.


Media luna (reverso) 

A ambos lados de la cartela y duplicado se encuentra el contraste de platero, una M sobre la que reposa una Z invertida y tumbada de menor tamaño; este contraste usado por la Real Fábrica de Platería Martínez permite identificarla como obra salida de los talleres de la misma. La fábrica fue creada en Madrid en 1778 por el afamado platero aragonés Antonio Martínez Barrio con el nombre de Escuela de Platería y Máquinas, aunque pronto contó con el apoyo del rey Carlos III, obteniendo la denominación de Real Fábrica. La fábrica cerró en 1867 y durante sus ochenta y nueve años de existencia fabricó piezas de plata y oro para los palacios reales, a la vez que servía a toda España, y funcionó como escuela de formación de plateros, conforme a la mentalidad ilustrada de su fundador y del monarca promotor de la misma.


Media luna (anverso con detalle del contraste de platero) 


Por lo que se refiere a los donantes diremos que Manuel María Manescau Santiago fue juez y ejerció en diferentes destinos entre 1843 y 1879; pertenecía a una rama de la familia Manescau, descendiente de comerciantes franceses establecidos en Málaga en el siglo XVIII, que se asentó en Nerja en el XIX,  emparentó con algunas personas naturales de esta localidad y formó parte de la élite social y política de la misma (familiar suyo fue el malagueño José María Manescau Saborío, senador por la provincia y presidente del Tribunal Supremo; también Vicente Martínez Manescau, fundador de la fábrica azucarera ‘San José’ y alcalde de Nerja).

La alhaja fue ofrecida por los esposos Manescau en 1862, unos años después de la obtención del patronato de la ermita de Nuestra Señora de las Angustias por parte del Ayuntamiento de Nerja y de su proclamación como patrona de la localidad. La ermita había sido fundada por Bernarda María Alférez, viuda de Luis López de Alcántara, propietario del ingenio azucarero ‘San Antonio Abad’, en 1720, a la vez que obtenía el nombramiento de patrona de la misma; sus descendientes mantuvieron el patronato hasta 1825 en que uno de ellos, el presbítero Francisco Antonio Rodríguez de Alcántara, al morir, lo legó a Miguel Rebolledo y a su esposa María de la Concepción Romero y Aragón, vecinos de Granada. Esta última no debió ejercer demasiado bien sus funciones y en la década de 1840 la ermita ya sufría un importante deterioro; como consecuencia, el Ayuntamiento llegó a un acuerdo con María de la Concepción Romero por el que, mediante escritura de 1 de agosto de 1853,  le cedió el patronato de la ermita a la corporación municipal de Nerja “en representación de su común”, manteniéndolo hasta la actualidad. El día 28 de agosto el Ayuntamiento procedió a realizar un inventario completo de todo lo que había en la ermita y en él figuraba “una media luna de hoja de lata”, entre otros enseres de desigual valor y estado de conservación[1]. Poco después, en 1857, el obispo de Málaga concedía para la Virgen de las Angustias el título de Patrona de Nerja y a partir de entonces algunas personas pertenecientes a los grupos dominantes de la localidad, aun cuando estas residieran fuera de Nerja, ofrecieron o regalaron ropas y alhajas para la imagen de la Virgen de las Angustias u objetos litúrgicos para su culto, acto devocional que llevaba aparejada la exhibición de riqueza y poder, a la vez que proporcionaba reconocimiento y prestigio. Este fue el caso del deán de la catedral de Córdoba, Juan Gutiérrez Correa, quien en 1863 regaló “un cáliz de plata de buena hechura, con vinajeras y platillos del mismo metal para que sirvan en las próximas festividades y octavas de nuestros patronos la Santísima Virgen de las Angustias y glorioso Arcángel San Miguel como un recuerdo de un hijo de Nerja y en testimonio de la devoción a tan sagradas imágenes”[2]; y este fue también el caso que nos ocupa del matrimonio formado por Manuel María Manescau y Francisca Rodríguez al ofrecer una media luna de plata, metal más noble, en sustitución de la pieza de hojalata con que contaba la imagen.


Media luna (anverso, cartela central)


La media luna es un elemento simbólico asociado a la imagen de la Virgen que tiene su origen en un párrafo del libro del Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Ap 12, 1). Ciertamente, la luna forma parte de la iconocrafía de la Inmaculada y no de la Piedad o Lamentación de la Virgen sobre Cristo muerto en sus brazos, a partir de la cual se creó el nuevo modelo iconográfico de la Virgen de las Angustias; para entender el porqué de esta presencia hay que referirse a la imagen de la Virgen de las Angustias de Granada que ha servido de modelo a las tres imágenes de la misma advocación que a lo largo de casi trescientos años han recibido culto en la ermita de Nerja.

La imagen de la Virgen de las Angustias granadina, talla del siglo XVI atribuida a Gaspar Becerra, es una variación del tema de la Lamentación o Piedad muy extendido por Europa durante la Edad Media, cuyo culto fue introducido en Granada por Isabel la Católica, y cuya iconografía se fue elaborando lentamente a lo largo de más de un siglo. La Virgen, vestida de luto al modo cortesano del reinado de Felipe II,  se encuentra a los pies de una cruz de plata de la que cuelga el sudario del Descendimiento y tiene ante sí a Cristo muerto, no en sus brazos sino sobre un banco o mesa, especie de altar sacrificial, envuelto en telas blancas. Aunque carecía de media luna esta le fue incorporada en 1640, configurándose así como una Virgen apocalíptica, y de esta manera figura en múltiples grabados antiguos. La imagen tenía inicialmente las manos sobre el pecho y la cabeza inclinada sobre su Hijo, pero en 1718, para que pudiera lucir sobre el pecherín un pectoral con valiosa cruz, regalo del arzobispo de Granada, el escultor Pedro Duque Cornejo le separó los brazos y modificó la posición de la cabeza, imprimiéndole la rigidez y el hieratismo que la caracterizan[3].


 Virgen de las Angustias, patrona de Granada. Foto de J. Torres,hacia 1890    


La imagen dieciochesca de la Virgen de las Angustias nerjeña, la primera de las tres, desapareció durante la Guerra Civil, aunque se han conservado fotografías anteriores que nos permiten conocer cómo era. Tras la guerra se adquirió otra, atribuida a José Navas Parejo,  cuyo cuerpo de escayola se rompió al caer del paso en que procesionaba; esta segunda imagen fue sustituida por la tercera y actual. Todas ellas toman como modelo la Virgen de las Angustias de Granada y, como esta, incorporan la media luna, que desde 1862 es la que donaron los esposos Manescau, como puede comprobarse  a través de las fotografías. Que sepamos, solo la media luna y, aunque algo modificada,  la corona imperial que luce la imagen de la Virgen son los únicos elementos antiguos de su ajuar que han llegado hasta nuestros días.



  Primera imagen de la Virgen de las Angustias de Nerja (desaparecida en 1936)



Segunda imagen de la Virgen de las Angustias de Nerja atribuida a José Navas Parejo, ca. 1940 (Foto de José Padial Bobadilla)



Imagen actual de la Virgen de las Angustias de Nerja






[1] CAPILLA LUQUE, F., y ARCOS VON HAARTMAN, E., La ermita de Nuestra Señora de las Angustias de Nerja y sus pinturas murales, Málaga, Fundación Cueva de Nerja-Ayuntamiento de Nerja, 2012, y (A)rchivo (M)unicipal de (N)erja. Leg. Histórico, S. XIX, s.n.
[2] A.M.N. Actas capitulares, acta del 10 de septiembre de 1863.
[3] SÁNCHEZ APARICIO, M.S., “La Virgen de las Angustias: devoción de la Granada del seiscientos (y II)”, http://www.lahornacina.com/articulosgranada5.htm